Los superalimentos han tomado fama en los últimos años y se han convertido en los productos favoritos de las personas que buscan obtener mayores beneficios de lo que consumen y ser más ecológicos. Quinoa, semillas de chía, bayas de goji, aceite de coco y espirulina, son cada vez más fáciles de conseguir en tiendas de alimentación o supermercados y prometen beneficios a la salud.
Al existir una mayor demanda de estos productos, se genera un incremento de su impacto ambiental que no se está observando. Los impactos estimados actuales de distintos superalimentos consumidos en diferentes lugares del planeta fueron publicados por Ainhoa Magrach y María José Sanz, investigadores del Basque Center For Climate Change (BC3), en la revista People and Nature.
Las investigadoras se encuentran realizando el análisis de los superalimentos más populares del mundo y han descubierto que, por ejemplo, la gran producción de aguacates influye en el agotamiento del agua, la quinoa afecta la degradación del suelo, el coco ha generado un incremento de la transformación de la tierra dentro de los hábitats naturales, entre otros impactos.
Estos alimentos son producidos tradicionalmente por comunidades que cuidan el proceso de cultivo, pero al convertirse en productos de demanda global las grandes industrias han encontrado una oportunidad de negocio y han dominado la producción, lo que ha implicado olvidarse de la sostenibilidad. De igual manera, al intensificar la producción, estos alimentos podrían perder las propiedades por las que son buscados por sus consumidores.
La gran mayoría de estos alimentos han sido utilizados durante miles de años por comunidades indígenas que se encargaban de producirlos para su consumo, ya que prevén enfermedades, pero al convertirse en productos de gran demanda no sólo han perdido sus beneficios, también están dañando al medio ambiente.