Los dragones sí existen

A lo largo de los años, desde la infancia nos han enseñado que los dragones son seres gigantes con enormes dientes, grandes alas para surcar los cielos y una boca que exhala fuego como si fuera un volcán. Cuando somos niños, tenemos la inocencia suficiente para creer que existen, el paso del tiempo nos cambia de parecer, pero no todo es mentira, aunque no lo creas, los dragones sí existen.

Estos seres no son ni la mitad de parecidos que aquellos que viven en la fantasía, pero existen muchas cosas acerca de ellos que te pueden sorprender, conoce al Dragón de Komodo (Varanus komodoensis), una especie de lagarto, el más grande del planeta.

Al igual que los dragones de la fantasía, comenzaron como una leyenda, se cree que son especies que deambulaban por lo que hoy es Australia, hace millones de años y se extendieron hacia el oeste, pero fue en 1912, cuando un militar holandés llamado Steyn van Hensbrock mató a un ejemplar (no lo hagan, es malo) para ser sometido a investigación. Hoy, gracias a las investigaciones realizadas durante todo el siglo pasado y lo que va de éste, podemos conocer a estos seres que pueden llegar a medir hasta 3 metros de largo, pesar hasta 70 kilogramos y tienen una esperanza de vida calculada en 50 años.

Se caracteriza por ser un victimario de otras especies para hacerlo su platillo, se comen casi todo lo que se pueda comer, pueden oler a su presa estando hasta 9 kilómetros de distancia y son pacientes para atacar, y el tamaño no importa, ya que pueden devorar hasta el doble de su peso. También destaca su velocidad, en distancias cortas suele alcanzar los 19 kilómetros por hora.

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Su arma letal no son solamente sus dientes, también posee glándulas que expulsan veneno que puede paralizar a sus víctimas, esto se combina con su saliva, que cuenta una cantidad elevada de bacterias peligrosas. Con esta combinación, el simple hecho de ser mordido, es una situación de peligro para aquel que recibe un golpe de muerte, si no se atiende a tiempo.

Otro aspecto curioso es su edad temprana, tras una etapa de reproducción en donde la hembra fecundada llega a poner alrededor de 30 huevos, y un lapso de 8 meses de “incubación”, las crías miden cerca de 37 centímetros, y son indefensos, por lo que en su primer año se refugian en la cima de los árboles, ya que son presa, no solo de otras especies, inclusive algunos ejemplares del Dragón de Komodo no tienen piedad y les terminan la vida de un bocado.

El dragón se puede encontrar en una región de islas ubicadas en Indonesia, conocidas como el Parque Nacional de Komodo, creado en 1980 para preservar a la especie, que al igual que todos los seres vivos, los cambios climáticos y la cacería indiscriminada por su piel, les han afectado. En esas regiones conviven con una población humana, algunos son pobladores desde siempre, el resto son investigadores y cuidadores, en ocasiones es inevitable que ambos se encuentren, pero la costumbre los hace pasar de largo, aunque a veces el encuentro termine en tragedia.

Actualmente, la población del Dragón de Komodo rebasa los tres mil ejemplares, la gran mayoría viven en el Parque Nacional de Komodo, por lo que se considera una especie en peligro de extinción, el área está protegida, junto con toda la flora y fauna habitable, además fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por lo que su protección está asegurada.

Ahora solo depende de los investigadores y de la misma especie, sobrevivir en los años venideros, para restaurar nuestras esperanzas de decirle a las próximas generaciones que los dragones sí existen.

@PensemosVerdeMX

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