Sismos provocados por la mano del hombre

Uno de los fenómenos que ha causado estragos al planeta durante los últimos años, han sido los sismos, un movimiento brusco de la corteza terrestre, producida por varios factores, como la reubicación de fallas geológicas, procesos volcánicos, impacto de asteroides y cometas, e inclusive, la realización de pruebas nucleares.

Durante varios años, era indudable que los movimientos telúricos habían sido un producto de la naturaleza, una parte del proceso que debe vivir la tierra, sin embargo, algunas investigaciones no quisieron quedarse en la teoría e indagaron más allá de lo evidente, el resultado sorprende, al mismo tiempo que preocupa.

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A mediados de 2012, un estudio publicado por el científico Christian Klose, dedujo que algunos de los sismos tuvieron su origen gracias a la actividad humana, y dio como ejemplo el terremoto del 28 de diciembre de 1989, de magnitud 5.6 en la escala de Richter, en la localidad de Newcastle, Australia. Al ser una zona minera, rica en carbón negro, la extracción de este mineral a una profundidad considerable, así como la extracción de agua, desencadenó la modificación de la corteza terrestre, a tal grado de liberar energía que llega a las placas tectónicas, provocando un movimiento en la superficie.

Lo mismo puede ocurrir en otros sismos alrededor del mundo, de igual o mayor magnitud, y no solo puede ser provocado por extracción de agua y minerales, también sucede si se acumulan grandes cantidades de estos materiales, en resumen, todo lo que represente una modificación en los cuerpos terrestres, representa una liberación de tensión geológica.

Un nuevo estudio, revelado en 2017 por los científicos Gillian Foulger, Jon Gluyas y Miles Wilson, dieron continuidad al primer estudio, antes mencionado, y develó que la minería y la extracción de agua son solo algunas de las actividades del ser humano que impactan en un movimiento telúrico, ya que ambos representan, aproximadamente, la mitad de los sismos provocados.

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Otras actividades que influyen en el desarrollo de un terremoto son: el embalse de aguas en ríos y cauces, la extracción de petróleo y gas natural, la obtención de energía geotérmica, la perforación e inyección de fluidos en yacimientos petroleros (fracking), las explosiones nucleares, y en casos mínimos, la construcción de estructuras muy pesadas. En este último caso, se cree que el edificio Taipéi 101 de Taiwán, erigido en 2003 y con un peso de 700 megatoneladas, ha sido el causante de que existan terremotos más frecuentes y de mayor magnitud en esa zona.

El temor real de comunidades que han vivido sismos de intensidad fuerte, en los últimos años, es que, tarde o temprano, ocurra un terremoto más fuerte que el anterior, este temor está fundamentado por el último estudio, ya que, un ligero cambio en la tensión de la corteza terrestre puede ser suficiente para liberar tensión acumulada por mucho tiempo en las fallas geológicas, desencadenando un gran terremoto.

Aún no existe una solución fundamentada para revertir esta tendencia, y solo existe la recomendación de limitar cada proyecto que provoca un sismo, minas más pequeñas, menos extracción y pozos menos profundos. Por desgracia, existen intereses, de diferentes sectores, que podrían perder con esta medida, si se aplicara, por lo que se considera un reto muy difícil de cumplir.

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Mientras siga sucediendo, cada vez podremos decir, con mayor frecuencia, que un terremoto dejará de ser un fenómeno natural, para ser un mal provocado por el ser humano, el mismo que ha descuidado al planeta y ha dañado su medio ambiente.

@PensemosVerdeMX 

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