En el planeta hay aproximadamente 350 millones de personas con diabetes, la cual se está convirtiendo en una epidemia mundial, relacionada con el rápido aumento del sobrepeso, la obesidad y la inactividad física. Se prevé que la diabetes se convierta, en el año 2030, en la séptima causa mundial de muerte, y se calcula que las muertes por diabetes aumentarán más de un 50% en los próximos 10 años. La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por un aumento de la concentración de glucosa en sangre, debido a que el páncreas no produce, o el organismo no utiliza la insulina, de forma adecuada.
Desde el momento en que una persona empieza a ingerir los alimentos, comienza el proceso de digerirlos. Nuestro cuerpo es como una máquina en la que, independientemente el tipo de alimento, la comida eventualmente será convertida en el estómago e intestinos, en la famosa glucosa. El tipo de azúcar que necesita nuestro organismo para funcionar, es la glucosa. Todas las células del cuerpo necesitan de glucosa para funcionar y subsistir.
El páncreas está en el abdomen y produce una hormona llamada insulina. Tanto la insulina como la glucosa, viajan juntas en la sangre, de esta manera llegan a cualquier rincón de nuestro organismo. La glucosa y la insulina tienen una relación directa ya que, conforme más glucosa haya en el cuerpo, como resultado de la cantidad de alimento que comemos; mayor será la insulina que el páncreas necesita producir, para que la glucosa sea aprovechada por las células del cuerpo.
En las etapas iniciales de la diabetes, la insulina y la glucosa están presentes en abundancia en la sangre. Pero con lo años, el páncreas se agota, y la cantidad de insulina en la sangre va disminuyendo progresivamente, lo que deja a la sangre repleta de glucosa. Esto desemboca en un descontrol conocido como hiperglucemia, y se presenta como una de las principales complicaciones en las personas con diabetes.
Hay muchos síntomas y signos que pueden ser similares a los de otras enfermedades, por lo que el diagnóstico de la diabetes, debe ser dado por un médico especialista. Entre los síntomas típicos de la diabetes, y que hay que tomar en cuenta, son los siguientes:
- Sed excesiva.
- Hambre incontrolable.
- Ganas constantes de orinar.
- Pérdida de peso.
- Irritabilidad.
- Alteraciones visuales, como visión borrosa.
- Cicatrización lenta de heridas.
- Infecciones frecuentes en las vías urinarias, vejiga, vagina y/o piel.
- Hormigueo o pérdida de sensibilidad en manos y pies.
- Resequedad excesiva en la piel, labios o lengua.
Estos solo son algunos síntomas que podrían empatarse con alguna otra enfermedad, así que mejor te recomendamos, para mayor información, visitar a tu médico. ¡La buena noticia es que la diabetes es prevenible!
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