Si llevas tiempo en contacto con las noticias sobre ecología, seguramente has escuchado hablar sobre los transgénicos.
Un transgénico es un organismo que ha sido modificado genéticamente, incorporando genes de otros que desarrollan una función especial, en la comida, por ejemplo, se someten a cambios o modificaciones genéticas con la finalidad de hacerlos más resistentes y que su producción sea mayor.
Si lo decimos así lo transgénico no suena tan malo, sin embargo y según Silvia Ribeiro, estos organismos que parecían prometer acabar con el hambre del mundo han sido una total mentira, ya que solamente los utilizan una decena de países y 95% de las semillas son las mismas que al inicio de las modificaciones.
Lamentablemente lo que sí ha aumentado es el precio de las semillas, ha disminuido la producción de varias especies de éstas y las grandes empresas son prácticamente las dueñas de todas las semillas utilizables para cosechar. Todos estos alimentos modificados tienen como componente el glifosato, que se ha demostrado es sumamente dañino para la salud, pero ha sido encontrado en suelo, agua y en el cuerpo humano.
Todo lo anterior no es suficiente cuando pensamos que el uso de estos elementos contamina también las plantas nativas del lugar donde se planta, puede llegar a modificar plantas nativas y hasta destruir ecosistemas completos. Es por eso que en países como México se ha luchado por varias décadas contra la siembra no sólo de los productos transgénicos, también del glifosato.
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