Las palomas, llamadas las aves de la ciudad, son pequeños animales que adornan las urbes, contrastando lo ajetreado de la vida en la ciudad, con su actitud calmada y observadora, muchas personas consideran hermosas a estas aves. Al ser vistas en plazas o parques las gente no duda en alimentarles, pero como bien lo dice un conocido dicho: «Todo en exceso es malo» y en algunas ciudades, las palomas se están convirtiendo en plaga.
Las palomas son aves que por naturaleza tienden a vivir en grupos; en ocasiones, las concentraciones de estas aves son inmensas y lo peor es que suelen alojarse en los puntos transitados de las ciudades, porque es allí en donde pueden conseguir alimento.
Más allá de invadir el espacio urbano, las palomas en grandes parvadas representan incluso un riesgo para la salud de las personas, en primer lugar, el excremento de las palomas deterioran en gran manera los techos de los edificios, así como la pintura de los coches, causando innumerables enfermedades para los seres humanos.
Los parásitos y virus que portan las palomas se diseminan por el medio ambiente, cuando se secan los excrementos, transformándolos en polvo y repartiéndolo por todas partes, sumándose a los desechos de animales como perros y gatos, que terminan aspirando los seres humanos.
Existen métodos para controlar esta plaga, y aunque antes se optaba por envenenar y cazar a estos animales, lo cierto es que en años recientes se busca la reubicación de las parvadas, rociando con sustancias que impiden la fecundación, sobre alimentos que se dejan para estas aves, posteriormente, con una red se atrapa a estas aves y se llevan a zonas menos pobladas, como el campo, tratando de establecer ese nuevo punto como su nuevo hábitat.