La posidonia oceánica es una planta tan antigua que ha estado presente hasta en la evolución humana. Mucha gente cree que es una alga, pero en realidad es una planta con raíz, tallo, hoja, flores y frutos, y forma praderas de decenas de kilómetros.
Desde hace más de 140 millones de años apareció en aguas marinas, ejerciendo una función discreta, pero muy importante para el medio ambiente y para nosotros.
Una de sus funciones es acoger y dar condiciones adecuadas de vida a mil 400 especies, de las cuales 400 son de plantas y mil de animales, dando estructura a todo un ecosistema que resulta muy provechoso para actividades pesqueras.
La posidonia también ayuda a filtrar los sedimentos, aportando a las aguas esa transparencia que tanto nos atrae y manteniendo la oxigenación. Incluso gracias a ella podemos obtener un cantidad de oxígeno mucho más grande de la que pueden proveer diez metros cuadrados de bosque tropical debido a su función en la fotosíntesis.
Son tantas las virtudes que tiene la posidonia, que ha sido declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, aunque parezca increíble se encuentra amenazada por el ser humano, por actividades como el fondeo de embarcaciones de recreo y sus anclas, contaminantes vertidos y construcciones en el litoral, que a su vez reducen la transparencia de las aguas y no permiten que la planta capte la luz del sol.
Es por ello que se han dado proyectos e iniciativas que buscan precisamente salvar a la posidonia. Por ejemplo, en la isla de Formentera en el mar Mediterráneo el proyecto Save Posidonia ha sido lanzado y propone un plan para concientizar sobre la importancia de la posidonia para el presente y el futuro, todo mediante recaudación de fondos.
Es importante que se sumen más acciones humanas, aunque sean pequeñas, para darle relevancia a un ecosistema que por sí mismo ya es maravilloso y fundamental.
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