Hay dos opciones muy comunes de sepultura para cuando llega el desenlace de la vida de una persona: entierro y cremación. La segunda provoca graves afectaciones al medio ambiente.
La cremación emite a la atmósfera óxidos de carbono, dioxinas y otros contaminantes. Se calcula que en el Reino Unido, un 16% de la contaminación por mercurio en el aire deriva de las incineraciones.
Aunque la cremación es menos perjudicial que un entierro, ésta requiere de un montón de combustible y produce millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono por año, lo suficiente como para que algunos ambientalistas reconsideren el proceso.
Para solucionar esto y reducir el daño, algunas empresas han ofrecido soluciones creativas para hacer con las cenizas de los difuntos, ya sea crear zonas de arrecifes, e incluso colocarlas en un disco o dentro de diamantes.
Otras soluciones han sido posibles gracias a que organizaciones han intervenido en estos procesos, logrando que se consuma menos combustibles para realizar la incineración o diseñando artefactos especiales que toleran más cremaciones y contaminan menos.
Conforme pase el tiempo se necesitarán alternativas de funerales a estos métodos que conocemos, que sean mucho más amigables con el medio ambiente y sean ecológicas para reducir el impacto de la última fase de nuestras vidas.
https://www.lavanguardia.com/natural/20160801/403463427170/cadaver-contaminacion.html
https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2019/11/el-precio-ambiental-de-cremar-los-muertos
@pensemosverde