Esta tortuga se podría considerar uno de los reptiles con más hijos en el mundo, pues con 800 crías hizo que su especie no se extinguiera.
«Diego», como fue nombrada, vivió en Estados Unidos y regresó a su tierra natal en la isla Galápagos, donde comenzó su vida de apareamiento.
Al principio sólo había 2 machos y 12 hembras, pero con el pasar del tiempo 15 tortugas más participaron en el programa de crianza, aunque ninguna pudo hacer lo que Diego; más del 40% de las crías que hoy viven en la isla española son de él, así lo informó el Parque nacional Galápagos (PNG).
Chelonoidis hoodensis, como se le conoce por su nombre científico, se jubilará de su arduo trabajo el 12 de marzo de este año, regresando a su isla de origen.
Llegó al zoológico de San Diego (de ahí su nombre) a inicios de la segunda década del siglo XX por una expedición científica, pues la especie se encontró en peligro de extinción desde que los piratas diezmaron a la población.
Con el retorno del gran Diego a su hábitat natural concluye el programa de reproducción en cautiverio y ahora es cuestión de la naturaleza para que pueda llevar su camino o lo que le resta de vida a él y a el resto de las tortugas en Galápagos, situadas a mil kilómetros de las costas continentales ecuatorianas.
Un dato curioso es que él tiene una contraparte, “Solitario George”, el último ejemplar de la especie de Diego. Murió en 2012, pues se negó a aparearse en cautiverio.