Actualmente nuestro estilo de vida está regido por el dinero y su uso para consumir bienes. Aunque este modo de vivir parece normal, también es cierto que nos está conduciendo a la devastación del medio ambiente.
¿Cómo podemos cambiar nuestro estilo de vida para frenar la crisis ecológica?
Para empezar a concebir el cambio hacia una forma de vida más consciente y responsable con el planeta, primero debemos conocer y asumir las formas en que nuestra sociedad funciona.
Uno de los factores más importantes es la estructura consumista, que se basa en la idea de que mientras más bienes materiales adquiramos nuestra calidad de vida será mejor, una falsa promesa que ignora sus consecuencias ambientales.
A través del consumo de bienes materiales y servicios, los habitantes de las urbes del mundo emiten el 60% de los gases de efecto invernadero a nivel mundial. La fabricación de productos, el transporte, la energía eléctrica, la ganadería, el transporte y demás actividades económicas, representan un modelo que no es sustentable debido al extremo uso de recursos y sus altos niveles de contaminación.
Por ejemplo, mundialmente producimos 300 millones de toneladas de plástico al año (empaques, botellas, carcazas, etc.). Se calcula que desde los años 50 se han fabricado 8.3 billones de toneladas de plástico, de las cuales el 60% termina en vertederos, océanos, ríos o lagos.
Para fabricar plásticos es necesario utilizar químicos provenientes de combustibles fósiles, por lo que también contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero.
Otra forma de consumo excesivo que repercute en el medio ambiente es la industria textil. Los cultivos de algodón son de los más dañinos, ya que inhabilitan el campo por mucho tiempo, además de que son usadas grandes cantidades de agua que se contaminan y terminan en los ríos de nuevo.
La industria textil es una de las que más explotan a niños y personas marginadas.
Todo esto podría ser amortiguado si replantearnos la forma en que utilizamos nuestros recursos. En el caso de los plásticos, por ejemplo, la mitad de la producción es para un único uso, como popotes, empaques, botellas, etc.
En el caso de la ropa, en EE.UU. se estima que una prenda se usa 7 veces antes de ser desechada, lo cual indica que más bien se trata de seguir tendencias y modas, más que un uso consciente de la vestimenta.
Hay ciertas claves que nos pueden ayudar a mejorar y reducir nuestro consumo. La llamadas “5R»: Reducir, reutilizar, reciclar, rechazar y recuperar hacen referencia a que podemos darle otro uso a los materiales para extender su utilidad y no consumir sin motivo.
Quizá lo más importante es establecer un pensamiento crítico y consciente acerca de la forma de vida que estamos llevando y fomentando. La cultura parece obligarnos a consumir en grandes cantidades, pero podemos esforzarnos y exigir cambiar nuestros hábitos y formas de consumo, no solo a nivel individual, sino social y global.
@PENSEMOSVERDE
Fuentes:
GreenPeace