Hoy en día los aviones permanecen como unos de los mayores contribuyentes a la contaminación del aire. Las aeronaves emiten calor, ruido y gases tóxicos durante su funcionamiento, lo que ha provocado que muchos organismos internacionales alcen la voz con respecto a su impacto ambiental.

Aunque la industria de la aviación ha mejorado mucho su eficiencia debido a la búsqueda de rutas aéreas más eficiente, aún enfrentan el reto de dejar de emitir gases invernadero. Además de los distintos gases contaminantes como el CO2 y el dióxido de nitrógeno, los aviones también contaminan a través de las estelas que dejan en el cielo.
Las estelas que dejan los aviones tras de sí son ocasionadas por el vapor de agua que produce el calor de los combustibles a grandes alturas, donde la temperatura es extremadamente fría. Más aún, muchos estudios apuntan a que estas estelas también contribuyen al calentamiento global.

Lo anterior tiene una explicación física, el vapor de agua ocasionado por el calor de los aviones dura unos pocos momentos en el cielo, pero puede llegar a congelarse formando una nube de gases llamada cirro. Al estar conformadas por distintos gases químicos, estas nubes pueden atrapar el calor aumentando la temperatura del cielo.

Hay que tomar en cuenta que la industria de la aviación no solo consiste en los vuelos que utilizamos al salir de viaje, sino que va mucho más allá, transportando mercancías y realizando traslados privados. Los aviones quizá son una las piezas de ingeniería más refinadas, por lo que será todo un reto llegar a crear una turbosina limpia.
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