Uno de los paraísos helados más importantes del planeta por su pureza, su temperatura y sus montañas, se está viendo afectado por la mano del hombre y la plaga del plástico.
Uno de los primeros intentos por calcular cuánto plástico ha llegado al polo sur se hizo de la mano del barco British Antártic Survey, el cual ha filtrado agua de los canales de la Península Antártica.
Una muestra tomada de aguas superficiales en la Bahía de Borgen, en la Isla Anvers, reveló que dentro de los mares se encuentran varias fibras y fragmentos de microplástico visibles a simple vista, pero desafortunadamente al tomar muestras y ponerlas en un microscopio se revelan muchos más por litro.
La idea de sólo pensar que cada vez que alguien degusta un pescado podría estar consumiendo plástico suena poco saludable, y es que desde 2009 se empezó a detectar esta anomalía.
La contaminación marina se debe a toda la gente que deposita sus desechos plásticos en los mares, playas y ríos, mismos que luego se incorporan a las corrientes marinas y llegan hasta el sur, donde en su trayecto son ingeridos como alimento por la fauna y flora marinas.
Dave Barnes, un ecólogo marino, dijo que la cantidad de plástico en el Atlántico Sur seguirá aumentando periódicamente y parte de esas pequeñas partículas se encuentran atravesando las fuertes corrientes que giran alrededor de la Antártida.
Desafortunadamente la vida marina del polo sur se tendrá que adaptar, pues ahora tiene que lidiar con el impacto del cambio climático, el calentamiento rápido del agua, la pérdida de hielo marino y el aumento de los vientos, además de la plastificación de la zona que provocará más afectaciones a futuro y la pérdida de especies marinas.