Cuando hablamos de cambio climático, en lo primero que pensamos es en glaciares derritiéndose o bosques en llamas, pero hoy en día sus efectos están cada vez más cerca de nosotros.
En esta ocasión de trata de los centros de esquí que se encuentran en Chile. Aún en pleno invierno, los centros para practicar deportes de nieve se las están viendo negras para mantener las puertas abiertas.
Acostumbrados a las nevadas que podían llegar hasta los cuatro metros, durante la temporada 2019 la nieve apenas alcanza los 30 centímetros y es que sólo han tenido tres nevadas, además de que no fueron lo suficientemente intensas como para que la zona se llenara de nieve y se mantuviera de esa forma.
La falta de nieve no sólo se debe a las pocas tormentas de la temporada. A esto hay que agregar el importante papel del calentamiento global y la contaminación, factores que influyeron en el derretimiento de la poca nieve que cayó.
Estos centros representan un importante ingreso económico y fuente de trabajo para la gente de la zona, razón por la que no pueden cerrarlos y que los ha llevado a usar máquinas de nieve. Si bien se hace uso de estas máquinas desde hace décadas, nunca había sido necesario hacerlo con tanta frecuencia.
Apoyándose en esta maquinaria, los trabajadores hacen lo posible por cubrir el terreno con nieve, aunque sus esfuerzos no son suficientes para mantener las pistas de esquí en optimas condiciones.
Son cuestiones como estas las que nos llevan a preguntarnos qué más necesitamos para comenzar a tomar cartas en el asunto y frenar el cambio climático. Hoy son los centros de esquí de Chile, pero estamos a nada de perder otros ecosistemas como bosques, selvas, océanos y mares.
Firma: @PensemosVerde